Esta lectura trata sobre el caminar, el acto de hacer un recorrido por una ciudad. Contraponer el acto nómada con la ciudad sedentaria.
Decidí aventurarme a salir a la ciudad y como
Careri nos incita caminé sin rumbo alguno, para poner a prueba su postulado "Caminar como forma de arte autónoma, acto primario de transformación simbólica del territorio, instrumento estético de conocimiento y
modificación física del espacio 'atravesado' que se convierte en intervención urbana".
Mi punto de partida fue la
Glorienta de los
Insurgentes, donde pude darme cuenta que es un punto muy conocido y concurrido pues se encuentra a la mitad de una de las avenidas principales de la Ciudad de México, es decir
Av. de los
Insurgentes, de ahí decidí tomar el metro con dirección
Pantitlan y bajarme en cualquier estación, a pesar de mi miedo, me di cuenta que viajar en metro es idóneo para realizar cualquier estudio social, en el metro uno puede ver a mujeres,hombres, niños, jóvenes, de cualquier clase social, inclusive hasta turistas perdidos que preguntaban cómo llegar a
Chapultepec. Seguí mi viaje y me bajé en la estación San Lázaro, la verdad me estaba gustando el viaje, ahora el panorama cambiaba totalmente, todo comenzaba a tomar un color gris, seguí a la gente que caminaba en manada para ver hasta dónde iríamos, me di cuenta que fue a otro metro, un transborde a la línea B, entré al metro y éste después de varios segundos avanzó.
El transporte en dicha línea del metro fue
completamente distinto ya que me dejaba ver parte de la ciudad por la que pasábamos, el panorama era muy distinto, había pocos árboles y le pasto era amarillento, las calles muy
polvosas y las casas eran de ladrillo gris en su mayoría, cuándo me di cuenta del lugar en dónde estábamos era
Nezahualcoyotl, me seguí unas cuantas estaciones más y pasé por lo que es el Río de los Remedios(aquel que hace unos días se desbordó) fue muy
impactante ver, los costales blancos a manera de barda que impedían que el agua se desbordara. A pesar de que a mi no se me hacía el panorama más lindo, escuché a una señora decirle a un niño -Ya
despiertate ya llegamos a casa- me pareció muy interesante y bajé con ellos en la estación
Muzquis.
Sin que se dieran cuenta los seguí entre puestos de papas, tortas y gelatinas, caminamos a lado de un puente
automovilistico lleno de
grafitti, de ahí pasamos por unas calles, en las que pude notar que las casas eran parte de un conjunto
habitacional, algunas habían sido modificadas y ampliadas, ese intento por mostrar el nomos a través de
humilladeros, seguimos caminando unas cuantas calles mas, atravesamos un tianguis y a unos pocos metros estaba la casa del niño, una
construcción de 3 pisos de puro ladrillo gris con algunas
barillas salidas que me dejaban ver que la
construcción no fue realizada por ningún arquitecto, pero que eso no importaba pues para el niño significaba todo, su casa, el lugar donde podía resguardarse, dormir, descansar, jugar...
La cara de felicidad del niño, me hizo caer en cuenta que a pesar de estar en una zona periférica, lejana de lo que muchos de nosotros podríamos llamar la ciudad, para muchos dicha zona, se convierte en un todo. Para mi esta experiencia sirvió como referente para entender que la ciudad es un ente muy grande, complejo y lleno de
contradicciones, darme cuenta de lo caótica que puede ser, pero a pesar de ello de lo divertida, interesante y bella que es en su
multiplicidad.
Bibliografía
Careri, Francesco,
Walkscapes, p. 29-67